Tras la muerte de su abuelo, Camila se enfrenta al gran vacío de la pérdida. Para dar cierre a su proceso, decide volver a sus recuerdos y tiene una conversación con sus padres sobre sus últimos días con su abuelo. Sin embargo, siente que le hace falta volver al lugar donde todo sucedió. Camila vuelve a la clínica de cuidados paliativos donde su abuelo pasó sus últimos días y habla con una de las enfermeras que lo cuidó. Estar de nuevo en esos espacios, ahora vacíos, la hace darse cuenta de que, a pesar de lo importante que es en su recuerdo, el cuarto de su abuelo ya no tiene su esencia. Su deseo de reconstruir su memoria la lleva a hacer una maqueta del lugar tal como lo recuerda. Este viaje retrospectivo concluye con un homenaje a su abuelo en su cenizario y con un último mensaje en que ella le habla del lugar que siempre tendrá en su vida, como alguien que seguirá acompañándola y que ella seguirá amando.